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«Nos van a dar lo que ellos quieren»

 Buscando salirnos de la abstracción que a veces se genera al debatir ideas como las que llevamos discutiendo en la última semana, presentamos aquí una entrevista realizada por uno de los jugadores del monopolio jurídico quien encontró a  un desplazado dispuesto a entrar a nuestro tablero. Así, le ponemos una cara y un nombre propio a los debates de la eficacia de la Constitución y de la sentencia T 025 sobre el desplazamiento.

 

  Saque cada uno sus propias conclusiones sobre lo que nos cuenta John Alexander, y ya que pasó por esta casilla, cuéntenos qué opina. Yo por ahora, les cuento una de las cosas que más me marcó.  En el caso de él, ya hace parte del sistema que busca identificar claramente a los desplazados. El certificado que carga a todas partes así lo declara. Un turno para la reparación suena como un caso exitoso, pero me preocupa que sienta que le van a dar «lo que ellos quieren» y que esos mismo «ellos» creen que el dinero es la única forma de repararlos. Si bien es un gran avance que esté dentro del sistema no se puede bajar la guardia a qué es lo que realmente están pidiendo los desplazados.

 En segundo lugar, John Alexander conoce sus derechos porque algún bogotano a quien le «tocó el corazón» se los hizo saber y le entregó una copia de éstos. Conoce qué tiene derecho a exigir y sabe que lo puede hacer, pero no deja de resultarme irónico que tras habérsele vulnerado tantos derechos para llegar a dar a la situación en la que se encuentra, éste sigue confiando en que esa palabra aún significa algo.

Creo que la sentencia de la corte ha logrado que veamos el desplazamiento como un problema que nos toca a todos, y por encima de esto, que lo veamos como un problema y no como un ingrediente más del «país en que nos tocó vivir». No es normal que una persona tenga que salir de donde vivió y trabajó porque se negó a llevar gasolina en el barco. Son historias justamente como éstas las que han dejado de sorprendernos.

 Le da las gracias a Dios, a los bogotanos, y a que no son bobos. El que alguien en esa situación le quede tanto por lo cual agradecer no sé muy bien qué demuestra, pero estoy de acuerdo con el bogotano que le dijo que merecía que lo aplaudieran. Lo realmente triste es que se considere meritorio el que esté haciendo algo por salir de una situación en la que, desde un principio, nunca debió haber estado. Sé que me estoy quedando en el deber ser de las cosas, pero conocer casos como éste me deja aún más en la encrucijada de cómo llegar a ese escenario y en comprender cómo fue que llegamos a casos como éste hasta el punto en que nos parezca parte del paisaje urbano.

Edición: Alejandro Forero

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